sábado, 15 de octubre de 2016

Cucharoncita (1 Actito)

Personajes: H: un hombre y M: una mujer.
(Un hombre abre con llave la puerta de un departamento y grita…)
H: ¡Amor llegué!
(Sale una mujer de la cocina, cucharón en mano)
M: ¡Eh! ¡Esta no es su casa!
H: Es cierto, esta no es mi casa, ¡pero aquí está mi amor!
M: ¡Si yo ni lo conozco! ¡Salga de acá desquiciado! ¡Usted no es mi amor! (lo amenaza con el cucharón que sacude)
H: Eso también es cierto, mi amor es cucharoncita, ¡y usted la está maltratando! ¡No la sacuda así!
¡No me iré sin mi cucharoncita!
M: ¿Cómo pudo entrar? ¿Quién le dio la llave?
H: ¿Quien sino mi cóncavo amorcito? ¿Entiende ahora?
M: ¡Pero usté está más loco que mi espumadera!
M: ¿Y cómo va a entrar así, de repente? ¡No ve que me encontró en batón y pantuflas! ¡Dios mio! ¡Si me hubiera encontrado desnuda sería mejor! ¡O muerta!
H: Las dos cosas se pueden arreglar… Pero elijo desnuda…
M: Salga de acá ya mismo o llamo a la policía, a mi marido y a mi primo gordo
H: ¡Eh! No va a gastar tanto teléfono por esta pavada, podemos arreglarlo…
M: No se preocupe por mi plata, además no es tanto, estoy casada con mi primo policía gordo. Y claro que podemos arreglarlo, deme esa llave, váyase, y cuelgo el teléfono. Quédesela y se lo parto en la cabeza.
H: Está bien, ya me voy… sólo devuélvame a mi amorcito
M: Pero es usted el que no entiende nada, este cucharón es mío!
H: De ninguna manera, ese cucharón es mi amor y mi felicidad. Pruébeme que es suyo! Eh! A ver…
M: Este cucharón me pertenece, fue hecho de mí.
H: ¿Qué?
M: Si, este cucharón tiene la forma de mi teta derecha, como las copas de Maria Antonieta.
(saca una teta de debajo del batón y prueba el cucharón)
H:¡Pues tiene razón! Cucharoncita nunca me contó de su madre… ¡Suegrita!
H: Está bien, digamos que es suya, pero llega un momento que los hijos deben abandonar su nido… que no va a quedar vacío, mi amorcito me contó que tiene un hermano espumadera.
M: Si, es el menor (levanta a espumadera de la mesa y se lo muestra)
H: Se parecen poco…
M: Es que espumadera es de mi glúteo izquierdo (agarra la espumadera y le muestra que ajusta perfectamente)
H: ¡Ah! ¿Pero por qué tiene tantos ojos?
M: Ya le dije que es el menor, estaba grande cuando lo tuve. Ya tenía celulitis.
M: ¡Pero váyase de acá! ¡Usté esta reloco hombre! ¡Fuera!
H: ¡Jamás sin Cucharoncita! Hemos compartido muchas cosas y nos quedan más por compartir! Tomamos sopa en invierno, ensalada de fruta en verano… Nuestras bocas se unieron miles de veces, ¡y cada una de ellas fue hermosa! Además ¡amo su compromiso social! ¡Servimos muuuchos guisos y locros en ollas populares!
M: ¡Pervertido! ¡No se da cuenta que todavía es una nena! (lo amenaza sacudiendo el cucharón)
H: ¡No sea necia! Ella tiene el doble de la edad que usted tenía cuando la tuvo! Además no la maltrate, la está sacudiendo como a un cucharón, ¡se va a marear!
M: (M apoya cucharón sobre la mesa y piensa…) Puede ser… Pero yo la tuve muy joven. Desde entonces me he pasado en la cocina con cucharones, espumaderas y palotes de amasar. No quiero lo mismo para ella!
H: Ah! ¿Mi amorcito tiene un hermano palote?
M: Sí, es el del medio (Sobre la mesa quedan ordenados cucharón-palote-espumadera, M señala que el palote está en el medio)
H: Ese sí que no se parece nada a mi amorcito!
M: (M rompe en llanto) Es que es de otro padre 
H: Pero es hermano de espumadera?
M: No hombre, ya le dije, cucharón y espumadera son hermanos. Palote no, es de un padre ausente, que se aprovechó de mi angustia de ama de casa. Ni siquiera puedo decir que me dio una graaaan alegría, apenas un instante de distracción y desapareció el muy turro! (sigue llorando). Por favor devuélvame esa llave y váyase ya, pase por cucharón cuando quiera, pero antes tengo que hablar con ella de cosas de la vida…
(H deja las llaves sobre la mesa, besa a cucharón como tomando sopa, besa a M en la mano y parte)
M: (hablando a cucharón) Bueno nena, ya escuchaste la historia. Nunca te la conté por miedo a que se repita, pero me dí cuenta que es al revés. Es mejor contar y recordar las historias, para que no ocurran nunca más… Bueno, pero no se la cuentes a papá, que está creído que palote es hijo suyo. Papá es tan bueno como pelotudo, nunca se dio cuenta que no se parece en nada a nosotros, es un calco de su padre (agarra el palote y lo blande). 
M: Cuando mentimos a alguien tomamos decisiones por esa persona. Si tu padre supiera la verdad, no estaría aquí tan feliz con nosotros. Esta es una mentira blanca que lo favorece ¿no? El cornudo continúa su vida de mierda, trabajando por dos pesos y alegrándose cuando encuentra un plato de milanesas como si fueran la felicidad. Si le decimos la verdad, alguna boludez va  a hacer, dejemos todo así. 
(M se pone el delantal y habla al cucharon que está sobre la mesa
M: Suerte hija.  Hoy haremos milanesas y el mundo será mejor.

Enrique Spinelli, 2015.

miércoles, 12 de octubre de 2016

Ever Santino: Tango balcarceño

Ever Santino era todo Tango. Se desplazaba en caminata de tango. En las esquinas siempre hacía un corte, y si tenía que doblar lo hacía después de una quebrada. Un corte en el umbral, una quebrada y pasaba por la puerta en una agachada. El espectáculo era maravilloso, pero la gente no le prestaba atención: de tan habitual se había vuelto invisible, como la renguera de un amigo o la belleza de una esposa.

Ever era una pequeña incisión del arrabal en el centro, que penetraba cada día cuando el tanguero iba a trabajar. El arrabal balcarceño estaba circunscripto al barrio de la estación, llegaba hasta el Riojano y afloraba nuevamente por la plaza Güemes; pero Santino, sus pasos y sus versos, generaban trazas de arrabal que surcaban todo el pueblo. Eran ventanitas para espiar qué ocurría en esos lugares donde aun sobrevivían los gallineros, el barro, las vecinas en batón y las tablas de lavar. Con el tiempo, el arrabal fue extinguido por el progreso, que primero lo invadió con arterias de cordón cuneta y luego lo tomó por completo.  Por suerte -y por Ever- hoy sabemos algo de lo mucho que allí aconteció.

Los suburbios balcarceños fueron tierra fértil que el genio de Santino utilizó para el almácigo de sus composiciones. En su barrio se nutrió de amores, desengaños y traiciones. Desengaños hay en todos lados, pero los del arrabal eran mejores, los amores más verdaderos y las pasiones más vendedoras.  En una conferencia que Ever dictó en el club Alas balcarceñas, reconoció las facilidades que le daba su barrio para componer. En aquella oportunidad expuso:

“Fijensé, en el centro, el gerente del banco anda con la secretaria. Su esposa lo descubre, se enoja y lo insulta. El gerente le pide disculpas con un anillo de rubí y todo queda como estaba: imposible escribir un tango con esto. En frente de mi casa, Nestor le metió los cuernos a Susana. Ella se entera, tranqui le hace percha todos los gallos de riña del Nestor y en una cena con velas, se los da de comer. Además, le destiñó con lavandina la camiseta de Ferroviarios, le quemó las revistas Patoruzú, y como si todo esto fuera poco,  lo echó a patadas en el culo de la casa, justo a la hora que todas las vecinas barren la vereda. De esto nació -de parto natural- el tango “Devoré mis guerreros sin saber”.

Ever Santino era un gran bailador de Tango que vivía una vida completa en cada pieza. Comenzaba alegre seduciendo, luego se enamoraba perdidamente en el medio y culminaba en una tremenda decepción. Todo esto en unos pocos minutos que Ever siempre terminaba llorando desconsoladamente. Esta actitud le dificultaba conseguir pareja de baile, pero él no podía retacear corazón. De todos modos, este no era su mayor problema. Santino era un tipo complaciente, y no podía aceptar esas reglas implícitas que establecen que el varón conduce a la mujer, la guía, la indica y la domina. Ever proponía un tango consensuado. Consultaba a su compañera para cada decisión: ¿Le parece ahora una corrida? ¿Qué tal un corte en la frase “prometieron a sus ansias”? ¿Salimos hacia la derecha? ¿Comemos pizza después? El baile así era verdaderamente complejo, falto de gracia y de continuidad. Para evitar esto Santino empezó a bailar solo, pero también tenía problemas para decidir en soledad. Finalmente se retiró del baile pero no del tango, y se dedicó exclusivamente a escribir poesía tanguera.

Su actitud de querer conformar a todo el mundo, también le generó problemas en su carrera como poeta. Sus primeras letras, tal vez algo rústicas, describían su barrio y por esto fue criticado: –¡Eh! ¡Sus letras siempre hablan de su barrio! Entonces empezó a escribir sobre los dramas del gerente del banco: –¡Eh! ¡Sus letras son muy desabridas! Cambió nuevamente y escribió sobre terribles desengaños. –¡Eh! ¡Sus letras son muy tristes, ¿por qué siempre letras tristes?! Santino, angustiado por la excesiva presión, intentó escribir letras combinadas teniendo en cuenta todas las sugerencias. Surgieron versos como:

La mariposa de barro profundo,
se posó en un cheque endosado. 
Se inmoló en un mingitorio hediondo, 
lleno de milagros usados.

… todas pésimas letras, que fueron duramente criticadas por todos y demostraron que es imposible conformar a estos todos. Pero un tanguero se alimenta de imposibles… Ever no se rindió, fue hasta al fondo y volvió. Volvió con tres tomates y una gran idea: ese día inventó el “balfardo”, lenguaje con el que escribiría toda su obra de aquí en adelante.

Sólo Santino comprendía el balfardo y nunca dio pista alguna sobre el significado de las palabras. Algunos sostienen que el tampoco lo conocía, pero componía con soltura. En 3 semanas escribió 137 tangos, convencido de haber cumplido con su propósito: como nadie comprendía las letras, no podían criticarlo sobre los temas que trataban. Además, aun siendo un tipo muy tímido, podía permitirse retratar en los tangos sus más intimas miserias, miedos y renuncios, como él mismo asegura que sucede en “Mi anfisusa satuldad”:  

Andando de infesiendo, cabeciando la trefisa,
me anquitusa la alegría de la tusa en la camisa.
En canuga la guardé, de esa noche de  tumaco
y despatado la busco cuando me voltea el laco.

…y de nuevo volvieron los críticos a atacarlo. Algunos sostenían que este lenguaje propio era una artimaña para conseguir rima fácil, pero el poeta siempre sostuvo que este lenguaje fue creado para que sus letras se completaran en el más profundo interior del espectador, de acuerdo a sus deseos y necesidades. Ever lo explicó claramente en una de sus presentaciones: 

“¿Vieron el asunto del iceberg que se ve un pedacito fuera del agua y es enorme abajo? Bueno, esa es la idea. Yo les doy la puntita nomás (disculpen la expresión) y ustedes completan la obra con lo que tienen en SU interior. Si están vacios, hoy se van a quedar con nada. Pero casi nadie está vacío del lado de adentro, y estos versos tomarán significado con sus historias propias. Ustedes mismos compondrán la letra que zapateará en sus almas, las acariciará o las sacudirá. Las palabras que les entrego son apenas un tendal para que cuelguen sus sentimientos…”

El balfardo fue una creación maravillosa. En el estreno del tangazo “Nipofuso Trefeyé” , gran parte de la audiencia lloraba desconsoladamente, mientras otra parte reía a carcajadas y algunos se hundían en una profunda melancolía. 

Además, el nuevo idioma puso en igualdad de condiciones interpretativas a un balcarceño, un porteño, un japonés o un yugoslavo porque ninguno podía comprender literalmente nada de la letra: el balfardo era igualitario. Esto ayudó a que los tangos de Santino se difundieran con gran éxito en Japón, Holanda, Tanzania y Florencio Varela. El poeta viajó al exterior a difundir su obra y desapareció. Su último rastro quedó en un gran aplauso que recibió en una presentación a bordo de un crucero en el mediterráneo, donde estrenó su tango 138: “Altuzigana” . 

Nunca más se supo de él. El misterio de su desaparición alimentó el mito y el interés en su obra. Investigadores de todo el mundo intentaron descifrar sus textos. Cargaron todas sus letras en supercomputadoras intentando quebrar el código balfardo. Luego de meses de trabajo en distintos lugares del mundo, descubrieron que los 137 temas no podían decodificarse; pero incorporando “Altuzigana”, de todos ellos se extrae un único mensaje oculto:

“Viví intentado conformar a la gente, a los críticos, buscando no confrontar. Me adapté a todo respondiendo a estímulos externos. Complací a quienes me demandaban con vehemencia y traicioné a los comprensivos. Empezaré una nueva vida siendo más justo. Más justo conmigo. Haré lo que se me cante. Buenos días y buenas noches”.


Enrique Spinelli, 2016.

jueves, 14 de abril de 2016

Syder Guiscardo y el vigor balcarceño

Hace 50 años, el balcarceño Syder Guiscardo, quien supo ser orgulloso bañero del “Sportivo” Balcarce, ganó la competencia internacional de mar abierto Mar del Plata–Miramar. Cuentan los que cuentan, que Syder inició la competencia tomando la punta con un ritmo arrollador. Tras él venían un polaco, un inglés, dos estadounidenses, dos canadienses, un tailandés y tres toninas. Estos experimentados nadadores comentaban entre sí: este loquito no llega ni a Chapadmalal !!! ...y se equivocaron. Mientras ellos seguían nadando shiss... shiss… shiss… , Guiscardo se alejaba CHAF CHAF CHAF. Cuando el gaucho Syder se acercaba a Miramar, tenía una ventaja de 35 Km sobre su competidor más próximo. Las toninas lo aguantaron sólo hasta mitad de carrera.

A las 12:15 de este glorioso día, el balcarceño se acerca triunfante a las costas de Miramar donde una multitud lo espera. Su ritmo sigue siendo el mismo del inicio y sigue y sigue y sigue hacia Necochea, donde los organizadores logran capturarlo para subirlo al podio. 

Algunas mentes perspicaces pertenecientes a almas avaras, introdujeron la posibilidad de doping, pero exhaustivos análisis realizados por el farmacéutico balcarceño Ulises Garsú, confirmaron la inexistencia de sustancias prohibidas en la orina del nadador. 

A partir del relato de la hazaña de Syder Guiscardo, nos interesamos en el tema del inusitado vigor del balcarceño. Anoticiados que aún está entre nosotros (está vivo) Ulises Garsú, el primer y único investigador en abordar este tema, nos dirigimos a su casa en las afueras de la bellísima ciudad de Balcarce para entrevistarlo. Nos sorprendió gratamente encontrarlo lúcido y jovial con sus 98 años y nos sorprendió más aún su novia Erika, una voluptuosa morocha de 20 añitos. Pasamos a transcribir la entrevista al célebre científico.

Buenos días Don Ulises, ¿como anda?
De a pié nomás mijito, tengo el falcon en el taller. 

Doctor, estamos recordando la hazaña de Syder Guiscardo cuando ganó la carrera de aguas abiertas Mar del Plata–Miramar y nos gustaría escuchar de usted el resultado de sus investigaciones sobre el increíble vigor del nadador.
Así es muchacho, o mejor dicho así fue hace como cincuenta años cuando me encontré con esa increíble, formidable, muestra de vigor físico y comencé mis investigaciones sobre este caso. El muchacho Syder, que trabajaba en la pileta del Sportivo, ganó la carrera de mar abierto Mar del Plata-Miramar. La ventaja fue tal que algunos malpensados lanzaron el rumor de doping, así que me convocaron para efectuar los análisis respectivos. Analicé, analicé y nada encontré. El muchacho, rápido como un refucilo estaba limpio como una monjita. Sólo me llamo la atención que la muestra, es decir la Syder-meada, se encontraba a una temperatura de 57 grados centígrados. Sepa usted que esto es algo inusual para un ser humano.

¿Y logró encontrar el origen de semejante energía?
Ah si, pero eso fue muchos años después. Me encontraba colaborando en los XXXI juegos inter-escolares, casualmente en el club Sportivo Balcarce…
¿Estaba en el gabinete médico, a cargo del control antidopping?
No, estaba atendiendo el kiosco de choripán de la cooperadora de la escuela 17. El asunto es que observando las competencias pude ver con mis propios ojos un caso calcado al de Guiscardo. Muy parecido. Tanto que instantáneamente me trajo el recuerdo del muchacho nadador.

Estaba mirando la carrera de fondo y veo que el alumno de 6to grado Tito Galván, sin entrenamiento ni experiencia alguna, empezó la carrera a toda velocidad… El profesor Iacovelli dijo, este no llega ni a una vuelta… y se equivocó! Tito seguía a fondo a bordo de sus botines sacachispas, rápido como un refucilo (igualito que Guiscardo), y terminó tan ligero como empezó. Así llegó a la meta con una ventaja de 5000 metros en una carrera de 7000 metros!!!!. (N del P: el Dr. Garsú se queda en silencio)

¿Y que conclusión saco del caso Tito Galván? 
¡Mierda, Carajo! Si supieras algo del método científico ya te hubieras dado cuenta como sigue esta investigación ¡soquete!  Tenía dos realizaciones del mismo fenómeno, sólo tenía que encontrar los factores comunes a ambos casos. 

Fantástico Garsú, ¿y encontró de dónde venía esa energía descomunal? 
¡Uy Dio! ¡Claro que la encontré! En aquel momento sólo sabía que existía algún agente vigorizante, así que tenía que seguir un rastro, una traza de vigor que me permitiera identificarlo. Durante meses recorrí Balcarce y sus alrededores buscando vigor, hasta que una tarde encontré el primer indicio: un perro caniche abotonado a una ternera Holando-Argentina. Ahí cerquita nomás vi un tero que hacia recular a un chancho. Todo esto me indicaba que estaba cerca, así que me quedé la tarde siguiendo a estos animales y haciendo todo lo que ellos hacían. Así comprobé que tanto los trocitos Dogui como las lombrices, son de un sabor espantoso y no tienen poder energético alguno. También encontré que el agua de un roñoso charquito me puso como loco.

¿Tomó agua del charco?
¿Soy un científico o que soy? Por supuesto que tomé agua del charco y hasta arriesgué mi dignidad agachándome delante del caniche.

¿Y ese charco era un manantial de agua vigorizante?
No, ese charco está seco gran parte del año, el manantial está bastante lejos de allí.

¿Y encontró el manantial?
¡Cucheme soquete! ¿De dónde cree que saco el “AGV: Agua Garsú Vigorizante” que comercializo aquí y en 27 países del mundo? Me llevó años encontrar el manantial de AGV.  
No le pido que me precise el lugar, pero sí me interesaría saber como llegó al manantial.
Buehh…, como ya le dije está claro que no sabe nada de investigación. Una vez localizado el charco de vigor, todo fue muy simple. Utilizando mis conocimientos de farmacéutico, arrojé un trazador de mi invención: el “Coloradato de Metito” en el charco y su trazo -su rastro- me permitió encontrar la fuente primaria de agua.

… ¿de Metito? No será ¿de Metilo?
Escúcheme mocoso insolente, a ese trazador lo inventé yo y le puse el nombre que se me dio la gana. Como además de insolente es ignorante, usted no se dio cuenta que se trata de un trazador muy particular, pues deja su trazo aguas arriba, es decir contra la corriente. Le puse “de Metito” en homenaje al rengo Metito, que supo tener un almacén en la calle 11: era muy contrera y estaba siempre en contra de la corriente. Por si no lo advirtió; el término “coloradato” tampoco respeta la sintaxis química: le puse “coloradato” porque es de color azul.

Bien, identificó que el vigor venía del agua, de dónde venía el agua… pero aún no me queda claro cómo Guiscardo y Galván tuvieron acceso al agua. ¿Conocían el manantial?
No, ellos se inocularon con el agua de casualidad nomás y nunca supieron donde. Con el tiempo descubrí que estos dos atletas ocultaban una fea costumbre: tomar agua de los charcos. En alguna época de lluvias fuertes, es probable que todos los charcos cercanos al Club Sportivo tuvieran una concentración considerable de agua vigorizante, dado que el manantial no está muy lejos de esta institución deportiva.

Es importante hacer aquí una aclaración. Tanto Syder como Tito, de por sí eran excelentes atletas, el agua sólo los potenció. Esto es general, por ejemplo, el Turco Alcoyana, cuando está bebido, escribe hermosa poesía; mientras que Chuleta Martinez, cuando esta borracho no produce más que eructos y asquerosas ventosidades.

¡De todos modos es asombrosa la energía que posee esa agua!
No mocito, el agua no tiene ni crea energía, sólo la distribuye. El vigor que tengo hoy se lo estoy robando al futuro o -si tengo más suerte- al pasado. Mi erección de hoy es alguna trunca del pasado o una que no tendré en el futuro. 

¿Sabe una cosa? Poco me importa un futuro incierto con un presente concreto. 

¿Y sabe otra cosa? Usted ya me aburrió, si no va a comprar nada, vaya nomás, y mándeme un ejemplar de la revista.

Venga Erika, hágale unos mimos al amigo. - ¿Al periodista? –No querida, el periodista ya se fue.


Enrique Spinelli, 2007, 2016.

sábado, 26 de marzo de 2016

Bingo!

Nunca había entrado a un bingo. Me impresionó, me impresioné. Primera impresión: sentí que estaba en una película de ciencia ficción. En segundos pasé de un paisaje gris de zona estación de trenes a uno que estalla en colores y sonidos. Estalla y estalla continuamente. Es todo muy raro, toda la gente está conectada a una máquina de colores, tranquila, ida de si pero hacia dentro de la máquina. La sala está llena de tipos de seguridad que cuidan de ó a esta gente ¿?
Cada máquina tiene un cuerpo conectado, sospecho que esto debe ser una especie de terapia intensiva. Estas máquinas dan soporte de vida. Espero que no se corte la luz. Acá, como en los criaderos de gallinas, no es de día ni de noche. Siempre es buen momento para apostar aquí y para comer en el criadero aviar.
Recorro las salas, todas están llenas de gente conectadas a máquinas. Su actividad es apretar unos botones, para indicar que están vivos. Cada tanto alguno se distrae o se muere y suena una alarma. Estos eventos se festejan. Sigo recorriendo y veo más y más gente conectada a máquinas. La situación me angustia. Yo me siento cada vez peor, pero la gente conectada parece estar al menos estable. Estable puede ser mucho.
¿Quién  tiene razón? Yo me la doy de pensador, pero la angustia me achata el pecho. Esta gente tiki tiki el botoncito, pueden pasar días así… ¡Ma sí! me siento frente a una máquina. Saco toda la plata que tengo en el bolsillo y llamo a la piba que ayuda a los viejos conectados (debe ser enfermera): -Señorita, no sé como es, pero por favor cárgeme todo esto en esa máquina. Me apoltrono y empiezo a apretar botonitos, decidido a darme máquina hasta que viva, hasta que ame o hasta que muera.

Enrique Spinelli, 2016.

miércoles, 23 de marzo de 2016

Dietética

A unas cuadras de mi casa hay una dietética donde atiende una pelirroja que me ha enamorado. Para llegar a su negocio debo cruzar una avenida. La senda peatonal es muy cruel, mi pie no entra en el ancho de la línea y la distancia que las separa corresponde a un paso largo, que dificulta cualquier maniobra. Si piso cada línea, mi pie sobresale de lo blanco, toca algo de asfalto y llego al otro lado sin ninguna posibilidad. La colorada me trata displicentemente. Compro arroz Yamani. Voy en puntitas de pie, la gente lo advierte, y la colorada no me da ni bola. Compro arvejas partidas. Si camino de costado, poniendo totalmente mi pisada sobre la senda, me miran aún más y claro… la piba me trata como a un extraño. Compro harina de mandioca. Con zapatos de taco alto, la pisada entra perfectamente, pero no son mis zapatos. Me trata peor que nunca. Preparo unos zapatos de salón a los cuales les saco los tacos. Entrené caminando ligeramente inclinado hacia adelante, pisando casi plano pero sin apoyar el talón y llego al otro lado sin pisar asfalto y sin ser observado. Al arribar al terreno divino todo cambia. De pronto todos los locales, todas las casas, son dietéticas con la colorada esperándome sonriente en la puerta. No hay más personas que yo y muchas pelirrojas, cada una en su dietética. Así no. Regreso aturdido, caminando calles de dietéticas, cruzando en esquinas de dietéticas, mirándome en vidrieras de dietéticas. Llego a mi casa que ahora linda con una dietética atendida por la pelirroja que me sonríe y sonríe como una cajera china. Busco mis llaves; doy una última mirada a mi barrio de dietéticas y advierto que del otro lado, pegada a mi casa, entre todas las dietéticas, hay una verdulería que atiende una bella morocha. Entro a mi casa y cierro puertas y ventanas.

Enrique Spinelli, 2016.

jueves, 28 de enero de 2016

Sueños con Katheryn

El viejo Solís sostiene que somos el sueño de otro. Algunos son soñados por un dios, otros por una gorda tetona, o una viejita mala onda. Todo va en suerte. En Balcarce todos son soñados ahí mismo. Soñadores y soñados van cambiando para evitar el aburrimiento, que es la única muerte posible. Todos desean ser soñados por Alcoyana, quien inclusive despierto tiene sueños preciosos. El infierno es ser soñado por el usurero Juan T Garchau. Alcoyana dice que puede ser que seamos solo sueños, pero además soñamos (ver su Poema a Olga: "Soñé que estaba dormido, soñando contigo en un sueño…”)


En el barrio del Alas Balcarceñas, todos tenemos siempre el mismo sueño. Vamos caminando por la 20, todo está en gris menos Katheryn que tiene su vestido rojo. Llegamos a su portal, nos saluda, nos da un beso, nos toma de la mano y nos lleva dentro de su casa, alcanzamos a ver la galería y puf, ahí todos nos despertamos. Todos tenemos el mismo sueño, pero todos soñamos cosas distintas. Cuando me despierto estoy convencido de que Katheryn me lleva para la quinta y me da unos besos entre los tomates. Elena afirma que es su hija, que se fue con un circo, que la lleva a la cocina a tomar unos mates. Pipo está seguro que es su mamá, que no conoció, que lo lleva al patio para ponerlo en una hamaca de mimbre. Soguita despierta siempre con una sonrisa; Katheryn lo lleva al fondo y le dice al oído el número que saldrá en la nocturna de Provincia. El número nunca sale, y Soguita sonríe porque tendrá que volver por otro…

Enrique Spinelli, 2015