sábado, 14 de agosto de 2010

La espera de Garsú

La espera de Garsú

Actualmente el Dr Ulises Garsú goza de una muy activa y feliz vejez, gracias a las aguas vigorizantes de Balcarce y gracias a sus amigos del Alas, que más de una vez lo rescataron del lado oscuro de la desolación.

Una tarde de verano, Garsú decidió esperar y se sentó en un banco de la plaza Libertad a esperar. Esperaba y esperaba, implacablemente, de día a día, de noche a noche. Los muchachos no querían molestarlo, pero a medida que la espera continuaba, comenzaron a preocuparse y, haciéndose los distraídos, pasaban caminado o en bicicleta para a ver cómo estaba. El día 33 Marmorato se decidió a hablarle:

-¿Que le pasa Garsú?, ya lleva más de un mes aquí!

-Estoy esperando Marmorato.

-Si Garsú, eso nos dijo el primer día, ¿pero que mierda está esperando?

-Espero amigo, sólo espero. Espero algo, pero no se qué. Digamos que espero la sorpresa. Marmorato, estoy triste. Espero algo que desconozco, porque nada de lo que conozco puede alegrarme.

-Disculpe Garsú, pero la está pifiado. Usted no tiene que estar acá esperando como un pelotudo, Usted tiene que ¡buscar!

-Pero amigo, dado que no se que busco, buscar sólo sería esperar en movimiento; para eso espero quieto; es decir simplemente espero. Esperando espero.

-Insisto, está equivocado. Si busca tiene más posibilidades de encontrar que si sólo espera.

-Déjeme en paz Marmorato. Usted debe ser de los que piensan que corriendo bajo la lluvia se mojan menos que caminando.

-La verdad que nunca me cuestioné ese asunto. Yo siempre camino bajo la lluvia porque me gusta la lluvia y mojarme. Disfruto la lluvia más allá de los cm3 acumulados. Llevado a su problema, sería disfrutar de la búsqueda. ¿Por qué no se pone a buscar con la actitud de disfrutar de la búsqueda?

-Perfecto. Desde ahora voy esperar una búsqueda.

La situación era muy difícil, tanto como ayudar a un deprimido que no cree en Dios ni en el psicoanálisis. Pero el Negro no arruga y va de nuevo:

-Me desespera, Garsú. No se puede esperar una búsqueda. Esperando sólo se ganan arrugas. A ver, cuénteme ¿alguna vez solucionó algo esperando?

Garsú acusó el golpe, se quedó pensando e intentó:

-Le cuento. Estaba en la escuela secundaria, totalmente enamorado de una compañera. Pasé dos años bellísimos, llegando con ganas a la escuela para verla, para descubrir su primera sonrisa del día y su última sonrisa de la mañana; ese era mi objetivo de vida. Toda la mañana me alimentaba de sus esporádicas suaves carcajadas. Por las tardes, salía a caminar por las calles del pueblo para encontrarla de casualidad y cazar esas pequeñas sonrisas de sorpresa que producía al verme. Nunca me animé a hablarle, pero esperé, esperé y finalmente se puso de novio y ya no me angustié más por no poder hablarle. Después esperé otro poco, me fui a estudiar farmacia y logré olvidarla. Ve, esperando solucioné todo.

-¿Solucioné? Garsú, no se si abrazarlo o cagarlo a trompadas. Creo que se de quien habla. Hay una piba, a quien siempre le arreglo la bicicleta, que lleva años andando en bicicleta sin parar, buscando algo que no sabe qué es. Tantos pelotudos cósmicos no puede haber en Balcarce. Venga, vamos a buscarla.

-Ni en pedo, Marmorato. Sólo esperaré en este banco.

Marmorato arranca el banco de plaza con Garsú y todo y lo pone en el medio de la calle. En ese momento pasa una mujer en bicicleta y se lo lleva puesto. Garsú, la dama, la bici y el banco describen un torbellino de cuerpos, metal y mineral. Al detenerse, búsqueda y espera quedan enfrentados. Vuelan nuevas viejas sonrisas. Una suave carcajada inicia el amor.


Enrike 2010.