viernes, 25 de enero de 2013

Saltimbaya fornicadora

Ulises Garsú, ya de niño, pintaba para científico. Garsú es un tipo curioso, curioso de caso curioso y curioso de tener curiosidad. Exploraba cuanta cosa le parecía curiosa y todo le parecía curioso. Qué curioso, ¿no? En esta búsqueda descubrió una nueva especie balcarceña: la saltimbaya fornicadora, también conocida como garsusius fuckingbugsis. 

El niño Ulises, dando vuelta macetas para sorprender caracoles babosas, bichos bolitas y otras alimañas amigas de la humedad, descubrió un animalito parecido al bicho bolita, pero con menos patas, parecido a la lombriz pero con más patas y con algo de caracol pero con menos vueltas. Digamos que se parece a tantos, que no se parece a nadie, como los bebés recién nacidos. Tal como ocurre en este último caso, es vital encontrar algún parecido; digamos entonces que es igualito a una salamandra chiquita un poco alombrizada.

La característica distintiva de este animalito es que está todo el tiempo fornicando, aun mientras duerme, lo cual lo vuelve muy interesante para niños observadores en edad de observar. La saltimbaya fornicadora fornica de a pares, aunque no es raro encontrarlas haciéndolo en grupos reducidos, de no más de 15 o 20. 

El científico balcarceño descubrió, ya de grande, que este comportamiento se debe a que cada saltimbaya no es completa y no puede sobrevivir sola. En el contacto íntimo, una saltimbaya obtiene de la otra las substancias necesarias para la vida, que su cuerpo no produce. No todas las saltimbayas son iguales, cada una produce distintas substancias y por eso suelen fornicar entre varias para obtener todo lo necesario. En este caso, se forman esos arreglos grupales que un ojo superficial puede interpretar como simples orgías. También existen casos donde un espécimen de saltimbaya se complementa perfectamente con otra y se mantienen fornicando entre si. 

Ulises especuló que con semejante actividad sexual, la reproducción de estos animales debería ser descomunal, pero observó que presentan una muy baja tasa de natalidad. El apareamiento no se produce en el acto sexual sino -por el contrario- cuando dejan de fornicar y se miran a los ojos. Curioso, ¿no?

Enrike, 2013