viernes, 4 de enero de 2008

El Mago del Martillo


En las inmediaciones del club "Sportivo Balcarce" se encuentra la herrería artística "El Mago del Martillo". Su dueño, Don Gavilán, es verdaderamente un artista y un mago con el martillo, al cual maneja con precisión de cincel. Habitúan este establecimiento personajes varios como el Chuleta Martinez y el Turco Alcoyana; individuos que usufructúan de la charla amena del Mago, así también como de su yerba secada al sol.

Gavilán es capaz de engendrar cualquier elemento férreo valiéndose sólo de fragua, hierro y martillo. Una calurosa mañana balcarceña, el Mago del Martillo estaba en plena faena: sostenía un perfil con el pie, martillaba con la derecha y soldaba con la zurda mientras sostenía la pieza en posición con los dientes. Mientras tanto, Alcoyana intentaba conseguir el más fino hilo de agua visto jamás, para acertarle al mate alejando cada vez más la pava del blanco. De este modo -sostiene Alcoyana- en el camino al reservorio, el agua toma de la esencia del lugar y por ello es importante incrementar este intercambio.

Gavilán, un poco molesto por la asimetría de las actividades, le espeta: -Escúcheme Alcoyana, ¿Cómo puede ser que usted esté siempre perdiendo el tiempo? - Mire -contesta Alcoyana- puede ser que yo pierda el tiempo, pero me parece que aquí nadie lo encuentra. Sin cortar el fino chorrito lo ultimó: -Además, amigo Gavilán, voy a revelarle un secreto: el tiempo murió.

-Puta madre Alcoyana, déme un mate que me electrolicé la lengua con la eléctrica. Puagfhhh! este mate es un asco, no ve que tirando el agua así se lava!!!.

-Permítame disentir en esto Gavilán; el sabor de la infusión no se debe a la técnica utilizada sino a que esta yerba tiene más de una semana de uso; su estado es inexorablemente tenue. Ahora, volviendo a sus dichos previos, advierto en ellos una contradicción, o tal vez -con un poco más de suerte- una paradoja: Usted dice que yo pierdo el tiempo, pero a mi me sobra; mientras que usted, que declara aprovecharlo, jamás tiene un minuto. Siéntese tranquilo Gavilán, vamos a tomar unos mates a ver que asalta nuestra mente.

-Gracias Turco, pero tengo que entregar 14 rejas para mañana y recién voy por la segunda.

-Es una lástima Gavilán que el tiempo no se pueda transferir. A mi me sobra, pero aunque se pudiera, jamás le cedería ni un poco para que confeccione esas rejas. Gustoso si le daría todo el que poseo para que termine la escultura de los angelitos, para la cual Ud. nunca tiene tiempo.

El Mago se quedó un instante pensando en silencio y arrancó: -Tiene razón Alcoyana, tome, compre un paquete de yerba 0 Km que yo hoy me voy a dedicar a terminar los angelitos.

-Vamos todavía, vuelve el Mago del Martillo!!! No sabe la alegría que me dá. Yo, que lo he visto con un cacho de fierro mudo, bigornia y martillo engendrar cosas sublimes como "Diosa terrenal", "Mariposa Boreal" y "Calesita de la Plaza Guemes", me revuelve el estómago verlo fabricar estas absurdas rejas.

A lo largo de ese día Gavilán termina "Los Angelitos". La obra resultó verdaderamente bella y conmovedora, pero tanto el Mago como Alcoyana se quedaron como vacíos, contemplando la obra terminada luego de tanto tiempo en proceso. "Los Angelitos" eran eternos hasta que el Mago los terminó. La vida de la obra era el mientras tanto, el inconcluso, la incertidumbre del estado final. Hoy ya es lo que será, y no queda lugar para la imaginación. El artista no se permitió esta pérdida y sin dudar, con fragua y martillo convirtió a los angelitos en un cúmulo de hierro con posibilidad de ser todo o ser nada: con posibilidad de ser.

A partir de este día, los muchachos prometieron no terminar nada de lo que empiezan. Muchas veces deben soportar agobiantes presiones de sus mujeres y clientes, pero estoicamente cumplen con esta promesa.

Enrike 2008.