jueves, 14 de abril de 2016

Syder Guiscardo y el vigor balcarceño

Hace 50 años, el balcarceño Syder Guiscardo, quien supo ser orgulloso bañero del “Sportivo” Balcarce, ganó la competencia internacional de mar abierto Mar del Plata–Miramar. Cuentan los que cuentan, que Syder inició la competencia tomando la punta con un ritmo arrollador. Tras él venían un polaco, un inglés, dos estadounidenses, dos canadienses, un tailandés y tres toninas. Estos experimentados nadadores comentaban entre sí: este loquito no llega ni a Chapadmalal !!! ...y se equivocaron. Mientras ellos seguían nadando shiss... shiss… shiss… , Guiscardo se alejaba CHAF CHAF CHAF. Cuando el gaucho Syder se acercaba a Miramar, tenía una ventaja de 35 Km sobre su competidor más próximo. Las toninas lo aguantaron sólo hasta mitad de carrera.

A las 12:15 de este glorioso día, el balcarceño se acerca triunfante a las costas de Miramar donde una multitud lo espera. Su ritmo sigue siendo el mismo del inicio y sigue y sigue y sigue hacia Necochea, donde los organizadores logran capturarlo para subirlo al podio. 

Algunas mentes perspicaces pertenecientes a almas avaras, introdujeron la posibilidad de doping, pero exhaustivos análisis realizados por el farmacéutico balcarceño Ulises Garsú, confirmaron la inexistencia de sustancias prohibidas en la orina del nadador. 

A partir del relato de la hazaña de Syder Guiscardo, nos interesamos en el tema del inusitado vigor del balcarceño. Anoticiados que aún está entre nosotros (está vivo) Ulises Garsú, el primer y único investigador en abordar este tema, nos dirigimos a su casa en las afueras de la bellísima ciudad de Balcarce para entrevistarlo. Nos sorprendió gratamente encontrarlo lúcido y jovial con sus 98 años y nos sorprendió más aún su novia Erika, una voluptuosa morocha de 20 añitos. Pasamos a transcribir la entrevista al célebre científico.

Buenos días Don Ulises, ¿como anda?
De a pié nomás mijito, tengo el falcon en el taller. 

Doctor, estamos recordando la hazaña de Syder Guiscardo cuando ganó la carrera de aguas abiertas Mar del Plata–Miramar y nos gustaría escuchar de usted el resultado de sus investigaciones sobre el increíble vigor del nadador.
Así es muchacho, o mejor dicho así fue hace como cincuenta años cuando me encontré con esa increíble, formidable, muestra de vigor físico y comencé mis investigaciones sobre este caso. El muchacho Syder, que trabajaba en la pileta del Sportivo, ganó la carrera de mar abierto Mar del Plata-Miramar. La ventaja fue tal que algunos malpensados lanzaron el rumor de doping, así que me convocaron para efectuar los análisis respectivos. Analicé, analicé y nada encontré. El muchacho, rápido como un refucilo estaba limpio como una monjita. Sólo me llamo la atención que la muestra, es decir la Syder-meada, se encontraba a una temperatura de 57 grados centígrados. Sepa usted que esto es algo inusual para un ser humano.

¿Y logró encontrar el origen de semejante energía?
Ah si, pero eso fue muchos años después. Me encontraba colaborando en los XXXI juegos inter-escolares, casualmente en el club Sportivo Balcarce…
¿Estaba en el gabinete médico, a cargo del control antidopping?
No, estaba atendiendo el kiosco de choripán de la cooperadora de la escuela 17. El asunto es que observando las competencias pude ver con mis propios ojos un caso calcado al de Guiscardo. Muy parecido. Tanto que instantáneamente me trajo el recuerdo del muchacho nadador.

Estaba mirando la carrera de fondo y veo que el alumno de 6to grado Tito Galván, sin entrenamiento ni experiencia alguna, empezó la carrera a toda velocidad… El profesor Iacovelli dijo, este no llega ni a una vuelta… y se equivocó! Tito seguía a fondo a bordo de sus botines sacachispas, rápido como un refucilo (igualito que Guiscardo), y terminó tan ligero como empezó. Así llegó a la meta con una ventaja de 5000 metros en una carrera de 7000 metros!!!!. (N del P: el Dr. Garsú se queda en silencio)

¿Y que conclusión saco del caso Tito Galván? 
¡Mierda, Carajo! Si supieras algo del método científico ya te hubieras dado cuenta como sigue esta investigación ¡soquete!  Tenía dos realizaciones del mismo fenómeno, sólo tenía que encontrar los factores comunes a ambos casos. 

Fantástico Garsú, ¿y encontró de dónde venía esa energía descomunal? 
¡Uy Dio! ¡Claro que la encontré! En aquel momento sólo sabía que existía algún agente vigorizante, así que tenía que seguir un rastro, una traza de vigor que me permitiera identificarlo. Durante meses recorrí Balcarce y sus alrededores buscando vigor, hasta que una tarde encontré el primer indicio: un perro caniche abotonado a una ternera Holando-Argentina. Ahí cerquita nomás vi un tero que hacia recular a un chancho. Todo esto me indicaba que estaba cerca, así que me quedé la tarde siguiendo a estos animales y haciendo todo lo que ellos hacían. Así comprobé que tanto los trocitos Dogui como las lombrices, son de un sabor espantoso y no tienen poder energético alguno. También encontré que el agua de un roñoso charquito me puso como loco.

¿Tomó agua del charco?
¿Soy un científico o que soy? Por supuesto que tomé agua del charco y hasta arriesgué mi dignidad agachándome delante del caniche.

¿Y ese charco era un manantial de agua vigorizante?
No, ese charco está seco gran parte del año, el manantial está bastante lejos de allí.

¿Y encontró el manantial?
¡Cucheme soquete! ¿De dónde cree que saco el “AGV: Agua Garsú Vigorizante” que comercializo aquí y en 27 países del mundo? Me llevó años encontrar el manantial de AGV.  
No le pido que me precise el lugar, pero sí me interesaría saber como llegó al manantial.
Buehh…, como ya le dije está claro que no sabe nada de investigación. Una vez localizado el charco de vigor, todo fue muy simple. Utilizando mis conocimientos de farmacéutico, arrojé un trazador de mi invención: el “Coloradato de Metito” en el charco y su trazo -su rastro- me permitió encontrar la fuente primaria de agua.

… ¿de Metito? No será ¿de Metilo?
Escúcheme mocoso insolente, a ese trazador lo inventé yo y le puse el nombre que se me dio la gana. Como además de insolente es ignorante, usted no se dio cuenta que se trata de un trazador muy particular, pues deja su trazo aguas arriba, es decir contra la corriente. Le puse “de Metito” en homenaje al rengo Metito, que supo tener un almacén en la calle 11: era muy contrera y estaba siempre en contra de la corriente. Por si no lo advirtió; el término “coloradato” tampoco respeta la sintaxis química: le puse “coloradato” porque es de color azul.

Bien, identificó que el vigor venía del agua, de dónde venía el agua… pero aún no me queda claro cómo Guiscardo y Galván tuvieron acceso al agua. ¿Conocían el manantial?
No, ellos se inocularon con el agua de casualidad nomás y nunca supieron donde. Con el tiempo descubrí que estos dos atletas ocultaban una fea costumbre: tomar agua de los charcos. En alguna época de lluvias fuertes, es probable que todos los charcos cercanos al Club Sportivo tuvieran una concentración considerable de agua vigorizante, dado que el manantial no está muy lejos de esta institución deportiva.

Es importante hacer aquí una aclaración. Tanto Syder como Tito, de por sí eran excelentes atletas, el agua sólo los potenció. Esto es general, por ejemplo, el Turco Alcoyana, cuando está bebido, escribe hermosa poesía; mientras que Chuleta Martinez, cuando esta borracho no produce más que eructos y asquerosas ventosidades.

¡De todos modos es asombrosa la energía que posee esa agua!
No mocito, el agua no tiene ni crea energía, sólo la distribuye. El vigor que tengo hoy se lo estoy robando al futuro o -si tengo más suerte- al pasado. Mi erección de hoy es alguna trunca del pasado o una que no tendré en el futuro. 

¿Sabe una cosa? Poco me importa un futuro incierto con un presente concreto. 

¿Y sabe otra cosa? Usted ya me aburrió, si no va a comprar nada, vaya nomás, y mándeme un ejemplar de la revista.

Venga Erika, hágale unos mimos al amigo. - ¿Al periodista? –No querida, el periodista ya se fue.


Enrique Spinelli, 2007, 2016.

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