viernes, 3 de diciembre de 2010
Romualdo Diaz
miércoles, 1 de diciembre de 2010
Futbol con Alas
viernes, 15 de octubre de 2010
Pasto de potrero
Pasto de potrero
En la calle 9 había un potrero con un extraño comportamiento. Allí el pasto sólo crecía en los arcos y en la línea central, digamos que era un “negativo” del pasto típico de todos los potreros balcarceños. En este potrero el agua se acumulaba en los laterales; lugar donde sólo crecía alguna que otra paja viscachera.
Nunca se pudo conocer el porqué de esta rareza. Ingenieros del INTA tomaron muestras del fino césped, pero en cuanto perdía contacto con el suelo, el césped se secaba. Tomaron entonces muestras del suelo, que resultó totalmente común.
Cuando se dejaba de jugar en el potrero, el pasto se secaba en unos pocos días. Luego de un sinnúmero de pruebas y contrapruebas, el Dr Ulises Garsú encontró que para que el pasto creciera, debían jugar al menos 4 de una precisa lista de 12 niños del barrio.
Unos tipos de Mar del Plata, a cambio de un juego de camisetas blancas, llevaron a los pibes del barrio para mejorar su cancha de golf. Jugaron un ratito y toda la cancha quedó como un billar, a excepción de los greens que quedaron en tierra viva. Los dueños de la cancha la rediseñaron con enormes greens y pequeños bunkers.
Los niños crecieron, algunos se fueron del barrio, otros simplemente se hicieron adultos y dejaron de concurrir al potrero. Con el tiempo no quedaron niños de la lista que jugaran allí y el potrero se cubrió de cardos y pajas vizcacheras.
Pasaron muchos años. Era una tarde en Navidad. Unos cuantos pibes chiquitos estaban jugando a las escondidas entre el pastizal del potrero, cuando de repente todo el terreno quedó tapizado de un finísimo, verde e impecable césped futbolero. Los pibes -con total naturalidad- agarraron una pelota, cuatro medio-ladrillos para los arcos libres y empezaron el partido.
El Dr. Garsú, que había abandonado la investigación, se enteró del hecho e inmediatamente se acercó al milagroso lugar. En un primer momento pensó que tenía algo que ver en con la Navidad; y en verdad era así. Las fiestas de fin de año son instantes de regreso en Balcarce, donde se vuelve a visitar a los viejos. Los niños que jugaban eran los nietos de Darma, de Pichi, de Aurora, …, de Marta. Eran pibes del barrio.
Enrike, 2010.
miércoles, 22 de septiembre de 2010
Alcoyana habla de mujeres
Alcoyana habla de mujeres
Como todos saben, el Turco Alcoyana es el más prestigioso y prolífico filósofo balcarceño. Su fama ha traspasado las fronteras de la ciudad, pero no así él, quien es muy reacio a salir de Balcarce. El Turco es frecuentemente entrevistado por distintos medios, que se acercan a él para obtener su opinión atemporal sobre distintos temas, desde los más sublimes y humanos hasta los económicos. Transcribiremos aquí una más de las entrevistas al pensador balcarceño. En este caso se trata de una nota realizada para la revista femenina “Recontramujer”
Buenas tardes, Alcoyana. Estoy preparando una nota sobre la mujer balcarceña y todos los caminos me conducen hacia usted.
Viéndola a Usted llegar no me arrepiento en absoluto de haber dado todo lo que tengo para dibujar el camino que la ha conducido.
Usted es un todo un seductor ¿A mi, … que me daría?
Le daría mi corazón, pero ya me lo ha roto. Me quedan buenos los riñones.
¿Cómo hace para decir siempre lo que una mujer quiere escuchar?
Es un concepto muy simple que se denomina “resonancia de ideas”. Uno puede escuchar o leer muchas cosas, pero cuando de repente encontramos algo que coincide con lo que nosotros pensamos, muchas veces expresado más claro que nuestra propia representación; estallamos de alegría. Esto se produce porque nos asombramos de lo fácil que nos resultó entender esa idea o ese concepto. En realidad es así porque ya era nuestro, aunque débil y subliminalmente.
Así, si le digo “linda” a Usted, que es una verdadera preciosura, o a la hermana del Chuleta, que se cree bella; va a funcionar. Por el contrario, si se lo digo a la hermosa Noemí, que se quiere menos que el alambre de púa, la perturbaría y lo tomaría muy mal.
Alcoyana, sabemos que no cobra por las entrevistas. De todos modos le aviso que el productor ya depositó 3 cajas de vino en el Alas Balcarceñas.
Muchas Gracias, usted es hermosamente generosa.
¿Alguna vez aceptó un regalo importante de una dama?
Si, en una oportunidad una admiradora me obsequió una tirada de 1000 ejemplares de “Canción de cuna para adultos”.
¿Qué suceso tuvo?
Bueno, ya le dije, los 1000 ejemplares se editaron pero se tiraron todos; creo que en el basurero municipal. Jamás dejaría un poema mío en una librería, lugar donde la gente va a buscar poemas. Si alguien se encontró con un poema que fue tirado a la basura es algo especial, es decir se encontraron y por alguna razón cósmica ocurrió así; ese poema era para esa persona.
Un aberrante contra-ejemplo de esto es la publicidad, donde nos presentan que una infinidad de productos son apropiados para cualquier persona del mundo. Paso a desnudar esta falacia por el absurdo.
Supongamos por un instante que existe un producto que es bueno para cualquier persona del universo. Este producto será útil y/o atractivo para el usurero balcarceño Pedro T. Garchau; quien, lamentablemente, es una persona del universo. Nada que pueda agradarle a este individuo puede gustarme a mi, Alcoyana: otra persona de este universo. Si a esto le agregamos que la publicidad además esconde malas intenciones, podemos concluir que la misma es falaz y peor aun; puede llevarnos a tomar malas decisiones. Que le vendan esos ridículos masajeadores eléctricos a los de traje. Yo prefiero a la Vasca!
Alcoyana, no se vaya de tema y hábleme de mujeres. ¿Conoció a Olga?
Si, la conocí. Tuve esa suerte y esa desgracia; tuve esa alegría y esa tristeza.
Me parece, ¿o era algo complicada?
Olga no era complicada sino compleja, que no es lo mismo. Era la complejidad hecha mujer. Podía parecer sólo una niña grande, pero debajo había otra mujer y otra y otra, como pequeños mundos anidados pero conectados entre sí. ¿Me entiende?
No.
Le explico mejor. Cualquier papanata sabe -o dice- que una mujer puede contener un mundo en su interior. Eso es cierto, pero Olga era otra cosa; ella contenía infinitos mundos y todos al mismo tiempo. Así, podía amar como niña, con ira de anciana y ansiedad de adolescente. Al rato estaba creando con obsesión de bordadora y energía de guerrillera. También se deprimía con profundidad de poetisa, desolación de viejita y esperanza de demente.
¿Se le conocieron parejas?
Todos lo intentamos, pero nadie pudo con ella. Era necesario ser muchos hombres al mismo tiempo y más aun: los adecuados para cada instante. Yo apenas puedo ser Alcoyana y por un rato.
Conocerla era algo así como desactivar una rosa explosiva. Al irla conociendo en intimidad creciente -al deshojarla- cada capa que se descubría ante nosotros era cada vez más interesante, más impactante, más deslumbrante; pero en algún momento no hacíamos lo apropiado y estallaba. Le explico; si en alguna oportunidad había llegado al cuarto pétalo, esto no servía de nada para un intento posterior. Con la misma secuencia de limitados Alcoyanas, seguramente no pasaba del primer pétalo, pues Olga ya era otra Olga: una nueva combinación de su infinitud y de mi modesto intento previo.
Alcoyana, ¿Esa mujer era como para perder la cabeza?
No menos de 6 o 7. Llegué a sacarle maíz de la boca al pigmeo de Melo para hacerle pochoclo en la tardecita. Todavía tengo el tatoo que ese desalmado plumífero me hizo en la espalda. Por cierto que esta obra es muy poco interesante, porque el ignorante sólo sabía dibujar la “Y” griega.
Me imagino que Olga era hermosa
Era linda, si, pero hasta ahí nomás, según los objetivos cánones estéticos balcarceños hegemónicos. Deslumbrantemente bella para los subjetos como yo.
¿Falleció jovén?
Según los muy objetivos cánones balcarceños no murió; pero en realidad si. Olga no pudo soportar todo su interior. Un tiempo fue una sola mujer, otro tiempo otra y finalmente decantó en una bella e interesante mujer; pero así como le digo: una sola mujer. Olga partió y antes nos presentó todo aquello que puede ser para finalmente mostrarnos que es imposible. Fue una crueldad pero sin ninguna intención.
¿Sabe Usted cómo encontrarla?
Invierto muchísimo trabajo en no saberlo. Mi tarea diaria es borrar todos los laberintos que me llevan a ella, romper todos los papelitos con su dirección, desoír todos los rumores.
Bueno Alcoyana, le agradezco mucho su charla.
Ha sido un gusto señorita ...
El gusto fue mío turquito, te voy a seguir extrañando toda la vida.
Enrike, 2010.
sábado, 11 de septiembre de 2010
La Resistencia Balcarceña
Enrike, 2010.
sábado, 14 de agosto de 2010
La espera de Garsú
Una tarde de verano, Garsú decidió esperar y se sentó en un banco de la plaza Libertad a esperar. Esperaba y esperaba, implacablemente, de día a día, de noche a noche. Los muchachos no querían molestarlo, pero a medida que la espera continuaba, comenzaron a preocuparse y, haciéndose los distraídos, pasaban caminado o en bicicleta para a ver cómo estaba. El día 33 Marmorato se decidió a hablarle:
-¿Que le pasa Garsú?, ya lleva más de un mes aquí!
-Estoy esperando Marmorato.
-Si Garsú, eso nos dijo el primer día, ¿pero que mierda está esperando?
-Espero amigo, sólo espero. Espero algo, pero no se qué. Digamos que espero la sorpresa. Marmorato, estoy triste. Espero algo que desconozco, porque nada de lo que conozco puede alegrarme.
-Disculpe Garsú, pero la está pifiado. Usted no tiene que estar acá esperando como un pelotudo, Usted tiene que ¡buscar!
-Pero amigo, dado que no se que busco, buscar sólo sería esperar en movimiento; para eso espero quieto; es decir simplemente espero. Esperando espero.
-Insisto, está equivocado. Si busca tiene más posibilidades de encontrar que si sólo espera.
-Déjeme en paz Marmorato. Usted debe ser de los que piensan que corriendo bajo la lluvia se mojan menos que caminando.
-La verdad que nunca me cuestioné ese asunto. Yo siempre camino bajo la lluvia porque me gusta la lluvia y mojarme. Disfruto la lluvia más allá de los cm3 acumulados. Llevado a su problema, sería disfrutar de la búsqueda. ¿Por qué no se pone a buscar con la actitud de disfrutar de la búsqueda?
-Perfecto. Desde ahora voy esperar una búsqueda.
La situación era muy difícil, tanto como ayudar a un deprimido que no cree en Dios ni en el psicoanálisis. Pero el Negro no arruga y va de nuevo:
-Me desespera, Garsú. No se puede esperar una búsqueda. Esperando sólo se ganan arrugas. A ver, cuénteme ¿alguna vez solucionó algo esperando?
Garsú acusó el golpe, se quedó pensando e intentó:
-Le cuento. Estaba en la escuela secundaria, totalmente enamorado de una compañera. Pasé dos años bellísimos, llegando con ganas a la escuela para verla, para descubrir su primera sonrisa del día y su última sonrisa de la mañana; ese era mi objetivo de vida. Toda la mañana me alimentaba de sus esporádicas suaves carcajadas. Por las tardes, salía a caminar por las calles del pueblo para encontrarla de casualidad y cazar esas pequeñas sonrisas de sorpresa que producía al verme. Nunca me animé a hablarle, pero esperé, esperé y finalmente se puso de novio y ya no me angustié más por no poder hablarle. Después esperé otro poco, me fui a estudiar farmacia y logré olvidarla. Ve, esperando solucioné todo.
-¿Solucioné? Garsú, no se si abrazarlo o cagarlo a trompadas. Creo que se de quien habla. Hay una piba, a quien siempre le arreglo la bicicleta, que lleva años andando en bicicleta sin parar, buscando algo que no sabe qué es. Tantos pelotudos cósmicos no puede haber en Balcarce. Venga, vamos a buscarla.
-Ni en pedo, Marmorato. Sólo esperaré en este banco.
Marmorato arranca el banco de plaza con Garsú y todo y lo pone en el medio de la calle. En ese momento pasa una mujer en bicicleta y se lo lleva puesto. Garsú, la dama, la bici y el banco describen un torbellino de cuerpos, metal y mineral. Al detenerse, búsqueda y espera quedan enfrentados. Vuelan nuevas viejas sonrisas. Una suave carcajada inicia el amor.
Enrike 2010.