sábado, 8 de septiembre de 2007

Selección de Cantineros

Selección de cantineros en el Alas Balcarceñas.

En mayo de 1974, Farias consiguió una obra para hacer un chalecito en el campo y debió ausentarse de sus obligaciones como cantinero del club Alas Balcarceñas. De pronto, los muchachos se encontraron desolados e iniciaron la búsqueda de un nuevo cantinero. Nótese que buscaban un “nuevo” cantinero y no un “reemplazante”; los muchachos del Alas sostienen que nada es “reemplazable”. Farias no es reemplazable así como no es reemplazable el derruido banquito del mostrador, ni la noble mugre del Alas. Ninguno de estos seres vivos es reemplazable: son únicos por su historia propia y por ser testigos de historias ajenas.

Ahora bien, no era reemplazable Farias, pero sí su rol de cantinero; así que los notables del Alas iniciaron la búsqueda de un nuevo cantinero. Pese a que mantuvieron esta búsqueda en estricto secreto, al día siguiente de decidir esta selección, centenas de aspirantes amanecieron apiñados en la puerta de entrada del prestigioso club balcarceño.

Para la selección se constituyó una mesa examinadora compuesta por Chuleta, Marmoratto, el Mirlo y Farias como cantinero saliente y representante por la categoría. Uno tras otro pasaron los postulantes por este jurado y uno tras otro fueron rechazados. Por ejemplo, al postulante 115 se le preguntó quien había escrito el tango “Uno”; el tipo intentó balbucear “Gardel” pero antes de la “r” Marmorato ya se había abalanzado sobre él. Se requirieron 8 personas y un malacate para sacárselo de las manos. Otro caso similar ocurrió con el entrevistado 205, quien fue echado a patadas por sostener que se debe agregar la soda al Gancia y no el Gancia a la soda como bien demostró el Mirlo en su trabajo “Arte, ciencia, técnica, mitos y secretos en la preparación del Gancia”.

Las entrevistas transcurrieron como una sucesión cíclica del pasado en el presente, hasta que se presentó el Flaco Sosa. Los examinadores le pidieron que les prepare un Gancia y Sosa apareció con cuatro vasos del aperitivo. Los muchachos se quedaron muy impresionados, no solo porque lo había preparado correctamente, sino porque ellos sabían perfectamente que hacía un par de años que no había Gancia en el club! Esto los entusiasmó y le pidieron unas milanesas cortadas en cuadraditos. El Flaco se internó en la cocina y apareció con unas preciosas figuras geométricas realizadas en milanesa. Como para rematarlo, le plantearon un problema: -Escuche Sosa, a ver si nos puede solucionar esta angustiante situación, introdujo Marmorato. -Como usted bien vé, mientras entrevistamos a los postulantes estamos jugando al truco. Sucede que el Mirlo se ha comido gran cantidad de porotos y solo han quedado una docena de estas semillas dicotiledoneas. ¿Cómo podemos hacer para apuntar los tantos del truco de esta partida? Sosa pensó durante 1 segundo tres décimas, volvió con 4 platitos de vermouth y explicó: -Es necesario cambiar el sistema de numeración de la mera acumulación de porotos a un sistema con valor posicional. Puso los cuatro platitos en línea y expuso: -Los porotos de este platito valen 1, los de este 2, los de este otro 4 y los del último 8. Así, con 4 porotos pueden anotar del 0 al 15. Con un poroto adicional indican si son las buenas o las malas. Necesitan 5 porotos por equipo, los dos que sobran se los dan al Mirlo.

No cabían dudas que Sosa había superado la prueba. Cuando se le preguntó cuanto quería cobrar, contestó: -El 100% de la recaudación. El trato era demasiado desigual: los muchachos no habían entendido muy bien lo del valor posicional, pero sabían perfectamente que el 100% de nada es nada. Como les había dado un poco de bronca la eficiencia*
del postulante, le dieron el empleo como venganza y así Sosa se transformó en el nuevo cantinero del Alas.

El Flaco siempre andaba prolijito irradiando calma y durante su gestión gastronómica el Club Alas Balcarceñas desbordó orden. Lo único que siempre molestó a los muchachos fue que Sosa era demasiado limpio. Nadie es perfecto.

Enrike 2007.

* La eficiencia es una cualidad detestable en el Alas, porque la misma permite que las cosas se realicen en menor tiempo, lo cual -sostienen los colombófilos- conduce inexorablemente al acortamiento de la vida, pues la vida es lo que hacemos, y si lo hacemos rápido, rápido se termina.

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