miércoles, 15 de enero de 2014

Cielo balcarceño

Alcoyana es de esos tipos que sólo cree en Dios cuando se asusta. Eso sí, asustado y todo, es guapo y no arruga ante nada vivo, muerto, material y/o espiritual. El tipo piensa, analiza y expone sobre cualquier tema que se le presente; desde la preparación del Gancia, hasta la existencia de Dios. En esta ocasión va casi a un extremo y nos habla del cielo, más precisamente del cielo balcarceño. Transcribo aquí la conferencia que dictó en el club Alas Balcarceñas, con motivo de la culminación de la damajuana 5, en la centésima sexta partida de truco cotidiano hace unos días. Así expuso el pensador, dedo en alto de una mano mientras sostenía vaso con la otra:

Discúlpenme muchachos, pero les voy a decir una cosa seria: el cielo no existe, te morís y desaparecés nomás. Ya no sos más, te apagan como a la tele y listo. Muchos dicen “Tito se fue al cielo”. Esto es una flojera para no decir que se murió y que ya no lo veremos más. Nos viene perfecto para consolar a un pibe a quien se le murió un ser querido, pero es una pelotudez. “Pibe, tu perrito está en el cielo, y de ahí te está mirando, ve todo lo que hacés así que portate bien. Desde allí también te cuida”.

Como soy un ser pensante y contradictorio (es lo mismo), les digo que el cielo existe. ¿Están más tranquilos ahora? Van a ver como cierra todo. Yo, el papa Francisco y todos ustedes pensamos lo mismo, es sólo una cuestión de interpretación.

Cuando nos morimos vamos al cielo. Lo que queda de nosotros está en el cielo. Desde el cielo nos observan y nos aconsejan, ayudan, etc, etc y etc. Todo es cierto y correcto, ¿pero saben dónde queda el cielo? Está mucho más cerca de lo que ustedes piensan. El cielo está en las mentes de todos aquellos nos recuerdan, en todas esas personas en las que llegamos a imprimir algo en sus mentes, allí sobreviviremos a nosotros. Nuestro cielo está distribuido en esas mentes, más precisamente en los recuerdos de todos los que fueron conscientes de nuestra existencia, a quienes les ocuparemos un poquito de alma. Desde ahí perduraremos, y perduraremos mejor que intactos, ¡¡¡porque los recuerdos mutan a favor del muerto!!!

Les aseguro muchachos que nosotros tenemos el cielo asegurado, nuestras almas están cargadas de recuerdos. Yo sé más de Marmorato que él mismo, el sabe de mí mucho más que yo. El Mirlo contará mis historias a sus hijos y expandirá mi cielo. Cuando yo no esté aquí, estos pibes contaran las historias de Alcoyana con lo poco que se acuerden y con lo mucho que le van a agregar, de acuerdo al afecto que me tienen a mí y aquel que les transfiera su padre.

En Balcarce, el cielo ha evolucionado con el paso del tiempo y se ha perfeccionado. Allí las anécdotas de barrio se vuelven justas épicas, y los usureros, cagadores y traidores, son apenas apostillas en los cielos de los generosos, en los cielos de sus víctimas. Para estos tipos sólo queda deambular en la nada, en el olvido.

-¿Y el infierno? Turco, ¿existe el infierno?
Claro que sí. El infierno está en nosotros, el infierno es viajar parado en micro a las 2 de la tarde, es la angustia de domingo. El infierno es esperar. El infierno es un espantoso desierto hecho de olvido.

No nos preocupemos por el infierno y construyamos más cielo. En este momento, allá atrás hay un tipo del barrio medio nerd que no para de escribir en su libretita y que seguramente difundirá esta alocución. De acuerdo a la suerte que tenga con esa difusión, con la ayuda de la imprenta, la tele, la radio y la internet, podría llegar a instalarme en un cielo enorme, alojado en mentes que no conozco ni de vista! Ese cielo es valioso, pero es un lujoso cielo para artistas; a mí me gusta mucho más el cielo cercano, ese que está en quienes me conocen bien: mi cielo balcarceño.

Enrike, 2014.

3 comentarios:

laura fischenich dijo...

el infierno esta dentro de uno...y el cielo depende de nosotros ...también está el cielo de artistas...muy hermoso quique..nunca te hice ningún comentario ,pero ahora que estoy en el "metiere"se lo importante que es...

Unknown dijo...

Que buen relato...me acuerdo todavía del destartalado coche que tenía Marmorato, y que llevaba a los pibes de alas balcarceñas a jugar al fútbol.
Un saludo

Enrique Spinelli dijo...

Gracias por los comentarios! Aguante el Valiant de Marmorato!